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A propósito de reformas

Publicado en revista Informativo CANACO
Revista 23
2004
Página 12

En la lista de buenos propósitos de año nuevo del Congreso de nuestro país siguen apareciendo las grandes reformas estructurales (labora, fiscal y energética), ha transcurrido otro año y los legisladores han evadido nuevamente la responsabilidad, pero también la satisfacción de realizar adecuadamente el trabajo que se les ha sido encomendado.

 

En la época del PRIISMO, teníamos un congreso que denominábamos “levanta dedos”, es decir, la aprobación de las leyes se tomaba en un mero formulismo legal, ahora podríamos denominarlo “contreras” y mientras los legisladores aprenden a manejar con responsabilidad y profundo sentido nacionalista su “poder de decisión” los Mexicanos padecemos los efectos; resulta verdaderamente una lástima que sigan prevaleciendo los intereses partidistas y electorales sobre los de la sociedad.

 

Para la elaboración de las tan aludidas “reformas estructurales” se han organizado numerosos foros de consulta, se ha pedido la colaboración de organismos empresariales, Universidades, Colegios de Abogados y Contadores, entre otros muchos y, aún cuando hay propuestas de toda índole existe un consenso general en cuanto a que se requiere: simplificación en la forma de cálculo y pago de los impuestos, mayor número de contribuyentes, menor cantidad de impuestos, tasas más bajas que incentiven la inversión y por ende promuevan la generación de empleo, sin embargo, como bien lo dice el dicho: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”, los legisladores hacen caso omiso de todo ello e insisten en viejas y obsoletas practicas tributarias, como la creación de nuevos impuestos, el incremento de las tasas, etc.

 

Mientras tanto y ante las apremiantes necesidades de recursos económicos, se implementan por parte del Ejecutivo políticas recaudatorias agresivas que afectan a los contribuyentes que, de una manera u otra ya han venido cargando con el peso del sostén económico del país, esto es, nuevamente la carga tributaria recae sobre unos cuántos.

 

Pero lo más lamentable de ello, es que a “esos cuantos” valientes ciudadanos que osaron registrarse, ya no sólo se les hostiga con molestas Visitas domiciliarias, revisiones de escritorio, multas, dilación en la devolución de los saldos a favor, etc., sino que, ahora se les señala como “delincuentes fiscales”.

 

Es bien conocido que en todo el país el Servicio de Administración Tributaria ha ejercido Acción penal por supuestos delitos fiscales en contra de numerosos contribuyentes y que además lo hace público (a través de la prensa y las páginas de Internet de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público), seguramente con la finalidad de intimidar, puesto que la práctica del terrorismo fiscal le ha generado jugosos ingresos.

 

Esta política recaudatoria debe preocupamos sobremanera puesto que pone en grave riesgo a los empresarios de ser sujetos a una investigación de carácter penal pretendiendo encajar cualquier conducta del contribuyente, no sólo como una infracción que pudiera dar lugar a la imposición de sanciones administrativas (multas) sino colocarlo en los supuestos previstos en las leyes y en el Código como delitos fiscales.

 

Si bien, sabernos que existen personas o contribuyentes que de manera premeditada evadan o eludan al fisco federal, esto tampoco significa que todos los contribuyentes que no han cumplido con sus obligaciones fiscales sean delincuentes.

 

Es imperativo que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público realice las acciones necesarias para recaudar los impuestos que todos estamos obligados a cubrir, pero ello no justifica la implementación de políticas de hostigamiento y persecución, que ponen en peligro la libertad de los empresarios mexicanos, que son al fin y al cabo, los que están generando empleo, riqueza y bienestar social. Lejos de ello, el Estado mexicano debería de establecer mecanismo que ayuden a formarlos, mejorarlos, defenderlos y hacerlos triunfar.

 

Esta práctica, ya cada vez más común de la Secretaría, de emplear el “Terrorismo Fiscal” como presión para recaudar más impuestos es reprobable y no debemos permitirla, menos en un momento en que el sector productivo está realizando grandes esfuerzos de sobrevivencia.

 

Pero comentar la situación económica, política y social por las que atraviesa nuestro país y quejamos de las grandes deficiencias existentes, así como de las múltiples tareas pendientes de realizar, no ayuda a modificar este panorama, lo conveniente es reflexionar sobre el grado de responsabilidad que tenernos de esta situación y promover el cambio.

 

Al respecto vale la pena recordar que México ha tenido grandes transformaciones a lo largo de la historia, entre ellas, destacan por su trascendencia, la Independencia en 1810 Y la Revolución Mexicana en 1910, y ante esta tradición de cambios centenarios ¿qué debemos plantearnos como objetivo para el próximo 2010?

 

Considerando que estamos en el año de 2004 y que las grandes revoluciones no se generan de un día para otro, tenernos en nuestras manos una gran responsabilidad histórica que debemos enfrentar, pero que a diferencia de nuestros ancestros y acorde con la evolución de la humanidad no nos es plausible o permisible el uso de las “armas tradicionales” entendiendo por ello, fusiles, cañones y la fuerza física, sino por el contrario el uso de las “armas” modernas como lo son, el ejercicio pleno de los derechos ciudadanos, no sólo en cuanto al empleo de los medios de defensa, sino la exigencia clara y concreta para mejorar las practicas legislativas, participar en los procesos electorales, capacitación y desarrollo para mejorar la forma de hacer negocios, en fin, la participación concreta y decidida en los frentes políticos, económicos, sociales y personales que nos permitan regalarnos un México transformado en el 2010 y que se acerque más al que todos soñamos.

 

Y eso, apreciables lectores no es responsabilidad del gobierno, sino nuestra, es hora de asumirla, o bien podemos seguir sin participar, efectivamente: No pasara nada, pero eso es lo más grave: que “No pase nada” y que sigamos enfrentando los viejos y arraigados problemas.

 

Por otro lado y esto va para nuestro H. Congreso de la Unión, como en la mitología griega, en la caja de pandora la esperanza es la que moría al final; los legisladores de hoy serán suplidos por otros y vendrán así numerosas “generaciones de diputados y senadores” en las que podamos cifrar nuestras esperanzas de una vida mejor…. pero, ¿por qué dejar pasar la oportunidad, única y maravillosa de ser precisamente esta Legislatura la que herede y forje para sí, un panorama distinto para México?

En la lista de buenos propósitos de año nuevo del Congreso de nuestro país siguen apareciendo las grandes reformas estructurales (labora, fiscal y energética)